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Cine histórico, cine viejo

Los hermanos Paolo y Vittorio Taviani tienen en su haber una compacta obra que se ponía como ejemplo de cine histórico y político, atravesado por una vena folclórica a veces cercana a un cine operístico, otras a una versión italiana del realismo mágico. Poco queda de eso en «El destino de Nunik», que más bien debería ponerse como síntoma de la decadencia del cine italiano: antes que en ningún otro país europeo, la tele aplanó el cine liquidando su honorable tradición neorrealista: véase el estilo plano, televisivo, telegráfico, que exhiben aquí los Taviani. Pero ese pecado es venial al lado del pecado mortal del cine italiano, el doblaje: entre cánticos de «world music» (muy evocativos y tal), aquí se obra el penoso milagro (Borges dixit) de hacer que las españolas Paz Vega y Ángela Molina, el francés André Dusollier y hasta la canadiense Arsinee Khanjian hablen en perfecto italiano, en un lamentable ejemplo de lo que se llama «europudding» pero que en este caso podríamos llamar «misto de paese». No parece la mejor forma de hacer que el cine europeo estreche lazos frente al (también doblado, pero mejor) cine del imperio.
Resulta especialmente penoso en el caso de Arsinee, que es de origen armenio, como la población cuyo genocidio a manos de los turcos narra la película incurriendo en todos los tópicos del cine histórico de exilios: véanse en este sentido los diversos militares turcos que ejercen de personajes intermedios, expresando reparos frente a la operación de exterminio como si hablasen en titulares de prensa; o el risible mendigo que sirve de judas y compañero de viaje. Frente a esto de poco vale que a Paz Vega le pidan que se ponga étnica o armenia de Merimée, o los socorridos toques poéticos protagonizados por niños.
El cine ha tanteado varios modos de narrar genocidios, desde Auschwitz. Atom Egoyan, el director canadiense-armenio marido de Arsinee, ideó una forma en «Ararat»: el rodaje de una mala película histórica le permitía enmarcar una reflexión sobre la memoria del exterminio armenio. Esa mala película es la que les ha salido a los Taviani. Falta reflexión y puesta en escena, sobra tanto cántico y ese aliento de miniserie que lo corrompe todo.

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