
A pesar de los avances tecnológicos, el calendario se niega a morir. Durante estas fechas, las imprentas trabajan turnos extras por la demanda de comercios, cuyos propietarios desean entregar un almanaque a sus clientes.Javier Hernández Urenda, quien heredó de su familia el oficio de impresor, comentó que aunque han variado los modelos de calendarios, persiste el de varilla y santoral, los que se cuelgan en las paredes.“Crecí entre imprentas, desde niño vivía en medio de las máquinas”, contó Hernández Urenda, quien desde hace 12 años cuenta con su propio negocio, ubicado en la Avenida 16 de Septiembre y calle Justo Sierra, donde a diferencia de muchos, el de él está abierto en esta época.Sobre todo, comentó, porque hay personas que a última hora acuden a que les realicen los anuarios.Desde octubre es cuando comienzan a recibir solicitudes de almanaques y el trabajo se incrementa durante noviembre y diciembre, por lo cual difícilmente pueden salir de vacaciones.El calendario más solicitado es el conocido como “de varilla y santoral”, donde los diversos comercios anuncian en la parte de enmedio su giro y además les desean a sus clientes lo mejor para el Año Nuevo.Otros almanaques solicitados, son los de cartulina, que es sin varilla; también está el de bolsillo (que se pueden guardar en las carteras y que son de los más económicos).Entre los solicitados, sobre todo por las oficinas, se encuentran los de escritorio, así como el llamado exfoliador (organizador).Los trabajos se realizan principalmente en serigrafía, así como en máquinas reproductoras y prensas, y se imprimen en paquetes de cien.Hernández Urenda indicó que sus clientes son de años, quienes saben distinguir entre el trabajo que se realiza en imprentas como la de él, y aquellos vendedores que ofertan los almanaques en la vía pública.“Hay gente como los que venden los calendarios en la calle, que queman el negocio, porque les encargan determinada cantidad y luego ya no regresan”, lamentó.Sin embargo, dijo, debido a que él está en el negocio de la imprenta desde que era un niño, aprendió a darle un valor a este trabajo y por ello cada año, durante estas fechas, sus clientes regresan para ordenar sus pedidos y que de esta forma en una pared o mesa de los hogares y oficinas juarenses, esté un calendario que les recuerde cada uno de los 365 días del año.
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